vivo una vida tortugácea, cuando salgo fotografío, cuando entro, escribo. marian pessah - bienvenidxs
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sábado, 30 de janeiro de 2010
adiós a Lhasa
Es horrible pensar que ya no vendrán próximas músicas, que no volverá a sorprendernos con sus letras, tonalidades, descubrimientos.
Ay, Lhasa … la vida es un viaje, y vos lo sabías.
LAGRIMAS POR LHASA

Tenía 37 años, una historia nómade y una voz capaz de crear imágenes de otra galaxia. Murió esta semana, dos años después de haber recibido un diagnóstico de cáncer de mama. Ni siquiera la muerte logrará quitarle belleza.
Por Natali Schejtman
El viernes pasado, bordeando la medianoche, una chica de 37 años y mucha magia sucumbió ante un cáncer de mama que la derribó después de dos años de pelea. Lhasa de Sela nació en el estado de Nueva York, de madre fotógrafa estadounidense y padre profesor mexicano. Pasó su infancia arriba de un colectivo, yendo y viniendo por rutas diversas, convertidas en imaginarios que iban a impregnarse en el abanico de posibilidades creativas de aquella nena que no tanto tiempo después –empezó a los 13– estaría maravillando a su público reducido y fiel en bares de San Francisco y luego de Canadá. No por nada sus canciones magnéticas hacen del movimiento, el camino –también los ríos– y el fin de las fronteras un patrón poético y sonoro.
Su nombre se escuchó con fuerza hace más de 10 años cuando editó La llorona, un disco íntegramente cantado en castellano (cuando su idioma para pensar y sentir era el inglés) con sonidos que pululan entre el folk balcánico, el mexicanismo y el klezmer. El conjunto de canciones gira, de manera más y menos sutil, en torno de penas, despechos y de lloronas, como esa mujer mitológica en busca de los hijos que le fueron arrebatados que hipnotiza con su voz hechicera. El disco es un cúmulo de ambientes místicos, nada cotidianos, más bien salidos de un cuento de hadas para niños de galaxias vecinas, y fue un éxito que llevó a Lhasa a países que todavía no conocía.
La biografía de Lhasa de Sela habla de mudanzas varias: además del nomadismo con la familia grande, años después se unió a la compañía circense de sus hermanas, cantó de muy joven en bares canadienses, pasó años en Marsella componiendo su segundo disco, The Living Road, y luego terminó de asentarse en Montreal, donde se había mudado por primera vez muchos años antes y donde murió la semana pasada.
Su segundo disco, The Living Road, está compuesto en tres idiomas, sus tres opciones verbales: el castellano, el inglés y el francés. La voz grave, dramática y a su modo juguetona aparece todavía más concentrada, recorriendo géneros que van desde la chançon francesa –por momentos recuerda al despojo de Barbara–, hasta la saeta, la serenata, y algo de una liturgia poco convencional. También editado en Argentina como La llorona (por Random Records), este mapa íntimo vuelve a hermanar el viaje –sugerido por los cambios de lengua y los géneros– con un trip flotante. En toda su obra sobrevuela un apego estético evidente por lo triste, una nostalgia constitutiva, tal vez rastreable en esa cantidad de despedidas que tuvo que afrontar desde pequeña, mudándose de un lado a otro del mundo. Su afición por el sollozo se conjuga con tanta maestría con la melodía dulce que sus canciones se convierten en perlas inclasificables, terrenos acuosos, a veces traslúcidos, a veces pantanosos. En vivo, por lo que se puede ver en algunos de los registros de recitales a lo largo de los años que aparecen en su página, el ceño fruncido aparece tantas veces como las sonrisas frescas, graciosas y vitales.
Este año editó su tercer disco, Lhasa, en donde emergen, acaso con más presencia que en los anteriores, el blues y el jazz, envolviendo de un color diferente a composiciones de sensibilidad escalofriante, entonadas en inglés con una voz brillante.
El legado de sus hermosas canciones está entre nosotros y la cita descontextualizada de palabras de la artista acaso sirva, un poquito, para sopesar el sentimiento de tristeza que empaña en estos días: “Cuando algo es bello es bello para siempre”.
Link a la nota:
sexta-feira, 29 de janeiro de 2010
Haití! ¡Sí hay país!
Puerto Príncipe.
Desde el 12 de enero mi país es, de nuevo, objeto de todas las fantasías catastrofistas –la maldición haitiana– y pan de todos los folclores. A raíz de ello se han reforzado visiones y diagnósticos tendientes a ningunear a esta nación, a sus instituciones y, desde luego, a su pueblo. Lo que en realidad está pasando en Haití no ha sido traducido por la prensa ni en las informaciones que se han difundido a la comunidad internacional, a pesar de que tuvieron presencia masiva en este territorio. Las pocas excepciones al discurso paternalista-asistencialista no han logrado cambiar la visión del gran público. En estas circunstancias tan trágicas no es posible ni sería justo pasar por alto lo que ha hecho y sigue haciendo la población haitiana diariamente, con una determinación digna de admiración y respeto, de la cual quiero dar mi testimonio.Los primeros días, después del sismo, como bien recalcaron los brasileños Omar Ribeiro Thomaz y Octavio Calegari Jorge en su artículo Haití. ¿Qué ayuda?: la misión de las Naciones Unidas fue incapaz de ir más allá de rescatar sus propios muertos y heridos. Ante la amplitud de la catástrofe, sólo vi que los primeros esfuerzos partieron de los haitianos para ayudar a los haitianos: salvándole la vida al embajador de Taiwán, rescatando a decenas de personas de los escombros en Nérette y Morne Hercules, y de los barrios particularmente afectados de Pétion Ville; sacando cuerpos y colocándolos ordenadamente al borde de las calles para su rápida evacuación; organizando brigadas de distribución de agua, sábanas, comida (la poco disponible); iniciando espontáneamente, en aldeas y comunas, el traslado de familias, en especial de niños, hacia las provincias no afectadas. Todo esto se llevó a cabo antes de las consignas gubernamentales y sin subvención de gasolina.
Las siniestrados son millares en las calles de Puerto Príncipe y en las comunidades de los alrededores. Las plazas más importantes de la zona metropolitana las ocupan los sobrevivientes de barrios enteros. En Pétion-Ville, en la Plaza Boyer, son 5 mil; en Plaza St-Pierre, casi 7 mil; en el estadio Sainte-Thérèse, otros tantos. Hasta el día de hoy en ninguna de ellas ha habido reparto de tiendas de campaña ni de raciones alimentarias, que llegan sólo esporádicamente; los circuitos cívicos fueron durante varios días los únicos en operación que abastecieron de agua. La economía informal da aquí lo mejor de su potencial y gracias a las solidaridades de base la gente come, mientras duran sus magras reservas. La determinación y la serenidad, entre otros rasgos socioculturales de este país, pueden más que las frustraciones y la cólera y demuestran el potencial organizativo para lograr una distribución más rápida y eficiente de la ayuda.Los conocedores de Haití, entre ellos algunas ONG de renombre, como la estadounidense Fundación Panamericana de Desarrollo (PADF, por sus siglas en inglés) y el Centro Canadiense de Estudios y de Cooperación Internacional (CECI), lo saben bien y están tratando de convencer de ello a los contingentes de ayudantes. Ojalá sean lo suficientemente elocuentes porque estoy convencida de que la tan esperada ayuda –amontonada en las bases, los barcos, puertos y aeropuertos–, mal distribuida podría desatar lo que el civismo de este pueblo ha logrado hasta ahora evitar: brotes de desorden, peleas por los productos y otros derrapes que tanto temen los donantes, al grado que han tenido la precaución de desplegar sus tropas como prioridad número uno.
Hay que hablar también de esos lanzamientos de alimentos desde el cielo.
Prekosyon pa kapon! (más vale ser precavido) Pero, ¡ojo!, ninguna paciencia es eterna. Ninguna concentración urbana está exenta de su lote de delincuentes y de buitres que se aprovechan de situaciones de crisis. O se entiende esto rápidamente o se cae en el juego de la exasperación y de la provocación con los riesgos que entrañan.Porque, a fin de cuentas, 8 mil, más 12 mil, más… ¿para qué esos soldados armados en la guerra contra la muerte y la miseria que se libra en Haití, que hoy, como en 2004 empezaron a llegar? Hasta hoy sólo se les ha visto paseando en las calles con tanquetas y camiones militares... o ¡tomando fotos!, como en la noche misma del terremoto, cuando rebasaron a un grupo de gente sobre la carretera nacional del sur dejándoles la tarea de quitar los escombros con las manos para restablecer la circulación.Han venido para ayudar, nadie lo duda, así que ¡a trabajar! ¡Organizar albergues decentes! ¡Dar agua! ¡Quitar escombros! La población espera y ha dirigido sus reclamos y frustraciones hacia sus gobernantes, como tiene que hacerlo, porque todos el día escucha los promocionales sobre la ayuda que se amontona, mientras los aviones sobrevuelan y los comunicados informan las múltiples gestiones de todo esto. Debe verse, muy rápidamente, por las condiciones de sobrevivencia, los efectos de toda esta movilización. Ya es tiempo de hacer algo, o mejor dicho, el tiempo apremia. El jefe de Protección Civil, doctor Guido Bertolaso, coordinador de la ayuda italiana, acaba de advertirlo: la población de este país ha sido muy paciente, demasiado; hay que temer que deje explotar su frustración si la ayuda anunciada no se despliega de inmediato. No se puede ser más claro.
* Politóloga. profesora de la Universidad Quisqueya en Puerto Príncipe
quinta-feira, 28 de janeiro de 2010
domingo, 17 de janeiro de 2010
HAITI : SOLICITUD URGENTE
sexta-feira, 15 de janeiro de 2010
Hai... de ti...

Ayyyyyyyyy ti
Queridas compañeras/os Sergia ya está de camino para Santo Domingo (fue parte de una comisión de una coalición de organizaciones de la sociedad civil) , ella está realmente impresionada y le pedí que rápidamente nos cuente en sus propias palabras lo que vio:

Abajo les adjunto el mensaje que Mario Serrano envió sobre lo que están haciendo y viendo en Haití :
Algunas informaciones de la Comisión de visita a Haití, enviadas a las 9,00 a.m. del 14-01-2010:
Del lado Haitiano: Reporta el compañero Gerónimo de Poveda que la situación es de total caos. En la parte céntrica de Puerto Príncipe no han quedado edificaciones. La gente está en la calle. No quiere entrar a sus casas, por temor. Eso ha dificultado el trabajo y las acciones.
No se han visto articulaciones del Gobierno haitiano para el trabajo con la gente. El presiente Preval ha estado visitando algunas zonas, junto al Primer Ministro.
Mucha gente muerta en las calles. Mucha gente bajo los escombros. La ayuda ha sido poca. Dicen los compañeros que lo que ha visto es lo de los dominicanos. Quienes han entrado es la prensa, pero las ayudas han sido escasas.
Ayer en la tarde se han sentido algunas réplicas. Eso causó más pánico a la población. En estos momentos Mario, Sergia y un compañero de Poveda están en Puerto Príncipe.
Del lado dominicano: En los hospitales de Jimaní están atendiendo a cientos de heridos. El hospital está colmado de personas. Las autoridades de SESPAS han dispuesto ambulancias y recursos para el traslado de heridos a otros hospitales. En la frontera en estos momentos, 8:30 de la mañana, está el Presidente Leonel Fernández. EL viajará a Puerto Príncipe en horas de la mañana. La entrada a territorio haitiano es difícil. Se han estado enviando camiones y ayudas del Plan Social de RD.
En la frontera con Jimaní hay muchos medios internacionales que han querido penetrar a territorio haitiano. Hay muchos recursos en telecomunicaciones, pero la ayuda internacional que se ha canalizado por la frontera surdominicana es mínima. La articulación está siendo con la Iglesia Católica, se ha montado todo un proceso para la acogida de heridos en las instalaciones del Centro Parroquial.
segunda-feira, 11 de janeiro de 2010
Turismo baiano

abrazotes 20 10
marian