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segunda-feira, 12 de julho de 2010

en respuesta a un "normal"

Esa normalidad que tanto me aburre

x marian pessah

Esa normalidad, la cual cierta gente se jacta de tener y hasta disfruta como un privilegio, es la misma que les ha impedido VER; observar la posibilidad de pensar y pensarse fuera del sistema establecido. Fuera de lo que siempre se espera que hagan y/o digan.

Está fuera de su alcance de visión – y pensamiento – la posibilidad de que haya en el mismo mundo que ellxs habitan, seres desconformes y no por eso nos sintamos mal, ni inferiores. Simplemente anormales.

Nosotrxs no seguimos su norma jerárquica-mente dictada, porque simplemente nos aburre, no la elegimos y no deseamos ser parte de ella.

Para estas personas que la realidad tiene que ser tan concreta y tangible, vale citar a la Real Academia Española. Para ella, la “a” que antecede una palabra, significa que “Denota privación o negación, o sea, que le falta algo. Si yo me aburro con “tu” normalidad, ¿quién es el burro? Y si a la normalidad, también le agrego la a, delante de la palabra, asumiéndome anormal, estoy hablando de otro mundo posible, tal vez, esté hablando desde mi propio mundo. Ergo, da ganas de decirle a ciertas personas ¡bajate del banquito, pichón!

Esta misma gente, nunca se habrá puesto a pensar que habemos quienes no queremos su aceptación. Cuánto rechazo me causan esas normatividades tan bien acomodadas en el cuadradito asignado – al nacer – y conservado en formol, y sin el menor asombro de nada. Es que están a la sombra de todo. ¿No se dieron cuenta que fuera de sus cavernas existe un sol?

Ese es el problema, que no ven, no escuchan. La potencia tortillera nos da la posibilidad de revertir realidades. Tenemos la sartén por el mango – y el mango también – para dar vuelta las cosas que no nos gustan. No nos degradamos – como escuché decir a ciertos normales, los mismos que asumen y promueven la heterosexualidad obligatoria a rajatabla – porque no nos comparamos, simplemente ponemos nuestras energías en hacer y cuando sentimos bronca y rabia, como es mi caso en este momento, el desafío es revertirla en acción, gritos empalabrados en papel, que viajen en avioncitos de colores y lleguen a varios lugares. Así es como seguimos tejiendo, pero en lugar de esperar la vuelta de “nuestro amado”, y tejer y destejer, urdimos redes de complicidad.

Estas son nuestras realidades. Realidad, es que son muchas, no hay una única verdad, hay tantas como queramos, porque así como la sartén, también tenemos el hilo, la aguja, el papel. También los ojos para ver y el cerebro para decidir quiénes queremos ser. ¿Yo? Anormal. Gracias

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