El otro día, cuando vi la muerte, impensada e inesperada de Lhasa, cantora maravillosa, me vino esa sensación al alma, de… ¡ya no habrá más canciones nuevas!
Ayer, cuando estaba mirando el Página 12 y vi que hablaban de Tomás, uno de mis escritores favoritos de novelas, me alegré pensando que se trataría de un libro nuevo.
Pero no. Nunca imaginé que se trataba de su partida.
Se ve que el cáncer está muy activo, hay personas que se salvan, otras que posponen un tiempo su partida, y otras, que son arrebatadas en plena vida, como el caso de Lhasa, ya no el de Tomás.
Ay pena penita nos canta Serrat, ¿Dónde pongo lo hallado? Nos canta Silvio.
¡¿Y yo?! Qué hago con las expectativas, en un próximo viaje a Buenos Aires, cuando esté mirando las novedades con mi “año de atraso” y ya Doña Marta no me pueda mostrar el nuevo CD de ella, o libro de él. Me queda el “consuelo” momentáneo de no haber leído toda su obra.
Menos mal, pero mal al fin.
Otra lágrima
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