Cotidianas*
Por Chuy Tinoco
Roberto Castillo Castro es el nombre de un violador de tres menores. Las tres son sus hijas, una adolescente, otra de nueve y la más pequeña de seis años, quienes pese a su corta edad han tenido que sobrevivir la violencia sexual que contra las mujeres prevalece en la sociedad mexicana, particularmente dentro de las familias.
¿Por qué hay tanta violencia contra las mujeres? Principalmente la violación no es un acto de satisfacción sexual como casi siempre se piensa, la violación es un acto de sometimiento de una persona que se cree es inferior, menos fuerte o de menos valor, un acto de desprecio por parte de quien somete, de quien viola.
Solamente la misoginia, la cultura sexista, sustenta que las mujeres valemos menos que los hombres y además que estamos a su servicio, que somos parte de los bienes que le corresponden, incluso menos valiosas que un auto o una reunión de amigos, o el mundial de futbol.
El problema muy crítico de la misoginia es que se va insertando en todos los espacios que componen la sociedad.
Roberto Castillo Castro es el padre de las tres menores abusadas, durante mucho tiempo la hija adolescente fue abusada, no solo sexualmente, el odio y no el deseo (eso es importante aclararlo) de su padre lo llevaba a golpearla además de abusarla, el resultado fue un embarazo no deseado ¿Qué hija quiere tener un hijo de su padre?, ¿qué niña quiere ser madre a tan temprana edad? Ninguna.
Pero para las autoridades, para los dueños del orden y la moral, no queda otra opción para esta menor que dar a luz, continuar su embarazo y volverla madre, obligarla a la maternidad. No solo los derechos como ser humano han sido violados, no solo su cuerpo de mujer, también sus derechos como niña porque ahora la obligaron a dar a luz, a hacerse cargo y tener en la vivencia corporal, en la memoria un acto que no pidió, del que no se pudo defender, que no eligió, eso es el embarazo no deseado.
Y para las autoridades que condenaron a Roberto Castillo Castro a 52 años de cárcel, lo cual no es ninguna garantía de que efectivamente el tipo se quede en la cárcel todos esos años, las autoridades ya impusieron un castigo ¿y la reparación de daños que sufrió la menor violada y obligada a ser madre?, ¿y la reparación del daño para las otras dos niñas? ¿y la madre de estas tres se va también a la cárcel?
Si los médicos se niegan a practicar un aborto que no ejerzan, ni los médicos, ni los abogados, ni nadie que asuma que desempeña una profesión puede inmiscuir sus creencias en el desarrollo de esa profesión, porque entonces vamos de absurdo es absurdo, del médico que se niega a hacer una transfusión porque es un pecado o el abogado que defiende “la vida” que no nace, condenando otra, una que ya respira y que después de sobrevivir a la violencia sexual ahora tiene que sobrevivir a la violencia institucional jurídica, y más tarde sobrevivir a la suma de exclusiones que le traerán consigo ser una madre joven, sin estudios, sin trabajo, y con el estigma interno de tener un hijo de su propio padre y ya ni que hablar del estigma externo, el que encontrará en la calle, en cada mirada que la juzga y la señale.
Del otro lado de la moneda está el triple feminicidio ocurrido esta semana en Aguascalientes contra tres jóvenes a quienes de inmediato, antes de las averiguaciones se les juzgó y sentenció a haber muerto “porque así se lo merecían, porque eso se saca por andar en malos pasos, esos son los ajustes de cuentas entre bandas delincuenciales”.
Tres jóvenes ejecutadas a balazos cerca de la zona de tolerancia “Las Violetas” a las afueras de la conservadora ciudad de Aguascalientes, “por prostis las mataron” encabeza un diario de alta circulación local. Entre 18 y 24 años las asesinadas, las autoridades ya dejaron libres casualmente a los sospechosos, uno de ellos ex novio de una de ellas, se dice que recientemente ella había decidido terminar la relación, la fue a buscar, las amigas la acompañaron a que hablaran y ahora las tres están muertas.
Para ellas tampoco habrá justicia pese a la sarta de declaraciones demagógicas, ya sabemos que en un par de meses nos van a salir con lo que han salido en cada uno de los casos, “los responsables de tales hechos huyeron”.
Para el sistema y el estado plagado de misoginia, ellas no merecen justicia, pero tampoco las otras tres niñas, porque ese es un destino que a veces tienen que vivir las mujeres, con las niñas ya cumplieron encerrando aunque sea momentáneamente al violador, pero a ellas, nadie piensa en la reparación de daño, ni siquiera se imaginan como reparar el daño.
El feminicidio es el asesinato de las mujeres, pero también es una estructura social, de gobierno, económica, familiar, sexual muy fina casi impalpable que va matando de a poco a las niñas y mujeres, toda una cultura de muerte y desprecio, la cultura de la misoginia que día a día cobra miles de vidas de mujeres, unas sobreviven, otras no.
Tres mujeres muertas relacionadas con el trabajo sexual y tres niñas violadas por su padre en otro caso, ¿quién de las 6 mujeres quedo satisfechas con la justicia? ¿a alguna se le hizo justicia? (MJCT)
*Cotidianas
Columna semanal, publicada en CIMAC
Por Chuy Tinoco
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Aguascalientes, Ags. México.
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