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sexta-feira, 18 de setembro de 2009

Jéssica, desde Honduras

Anoche por fin llovió.
Y mi corazón que está de luto no pudo llorar, por más que quiso. Muchas cosas hay que llorar: la muerte de Leo, el golpe de estado, los asesinatos y represiones a gente de nuestro pueblo y ayer hablaba con Fran y Karina que las mujeres de Olanchito me llamaron para contarme que venían del entierro de una joven enfermera asesinada en el hospital por un militar que estaba "enamorado" de ella. El director del hospital levantó una denuncia expresando que ahora no pueden detener a los militares ni siquiera en los hospitales "tienen el poder, tienen la ley". Pensé "esto no ha hecho más que empezar" y recorro mentalmente la historia de Guatemala, El Salvador, Nicaragua. Y no sé que hacer. Siento impotencia. Hoy cuando quise levantarme para acompañar a las chicas a una sesión de bioenergética no pude, mi cuerpo cansado y con fiebre lo impidió. Cora, una maravillosa mujer del pueblo lenca me frotó con ruda para quitarme el mal que andaba en el cuerpo. Me bajó la fiebre y pude moverme. Me dolían los hombros, la espalda, una especie de cansancio viejo. Me levanté a la computadora, a leer, a escribir. Recorrí las líneas de Fran y las ví con Karina (Demeter y Perséfone) en el SITRAINA, dondelas historias viejas salen de sus armarios y bailan con sus páginas rotas frente a mí. Siento ganas de gritar desde mi garganta atorada, de quedarme en la cama para siempre. Inevitablemente, me levanto porque en medio de todo esto me esperan sonrisas, amor, tal vez más lágrimas, dolor, vida y esperanza. Porque aunque sea poquita, siempre me aferro a ella. Porque es verde como las feministas en resistencia. Porque es el color de la poesía. Porque es el color de la tierra después de la lluvia, el olor a musgo. En fin, porque estoy viva.

Un abrazo

Jessica

Presentación
A Suyapa, quien inspiró este poema
Soy este cuerpo dibujado a golpes
Que camina día tras día bajo el sol,
bajo este cielo incierto de máquinas aladas,
en medio de ráfagas de humo y
el sonido de fusiles
Soy infinidad de rostros:
el de un chico asesinado,
el de la abuela que camina
el de la gente lenca armada de una paciencia infinita
El de la pintora de mantas,
El de la chica de las muletas
Que se enfrentan de a pedazos o en conjunto
A las murallas verde olivo cargadas de violencia

Puedo decir que de mi cuerpo salen muchos olores
El de la montuca fresca
El de la tortilla y los frijoles
El de manos sudadas y cuerpos cansados,
pero también
el olor de sangre derramada
el de gas y pólvora
el olor a muerte y a miedo.

Mi garganta
está poblada de voces:
Estoy en las discusiones acaloradas de las asambleas
en el grito de la maestra
En el relato de la joven violada,
En la protesta de los golpeados, de las torturadas
En la voz que canta en las calles

Soy miles de sombreros y
cientos de palabras,
soy abrazos, lágrimas,
ternura, carcajadas.
Estoy llena de
sonrisas que iluminan el día
colores que vienen de todas partes
tengo alegría, ganas de bailar,
tengo esperanza.

Porque sin mí las calles
Se quedarían solas,
Porque sin mí las paredes no dirían nada
Porque soy tus manos, tus pies cansados,
Tu voz.
Yo soy la resistencia
,

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