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sexta-feira, 29 de abril de 2011

HONDURAS


Despidiendo Abril

Melissa Cardoza, Feminista

Afuera llueve limones de un árbol generoso. En el patio de esta casa de abundancia.

La ciudad está envuelta en su rutina de carros y prisas, de cuerpos que sudan con el verano polvoso de abril. Esta Tegus de abril. La Franja de Gases descansa bajo vigilancia militar. Hasta la próxima escena de policías contra maestras, contra estudiantes, contra transeúntes. Siempre de policías contra sus enemigos que son el pueblo en lucha.

En la tele, un pastor evangélico emblemático del golpismo, de carro del año y ropa elegante, dice que la única manera para vivir en paz en este país es que cada uno tenga dentro suyo un policía que lo gobierne. Que hay que resistir al caos y el desorden, resistir a la violencia. Me impresiona la inteligencia con que usa la palabra resistir. Por más que algunas lecturas pesimistas enfaticen, no sé ni para qué, que en la resistencia sólo perdemos, el movimiento está tan vivo que a los sumos pontífices del régimen se les sale por las bocas. Pienso en las calles de los países que se dicen desarrollados y su belleza de jardines perfectos, donde para sorpresa de mi abuela, nadie corta una flor; y en la conversación contenida en los transportes públicos de San José, donde a Jenny, salvadoreña por más señas, todo el tiempo la callaban porque alzaba demasiado la voz. La democracia patriarcal sabe mucho del autocontrol y su poder, de lo que poco sabe un pueblo ignorante e irreverente como el hondureño: gente que escupe y tira basura por todos lados, que come a todas horas, frito y sin medida, que para reír hace tanto ruido que espanta hasta la estatua de Morazán, que ni es Morazán y que ni importa porque así impostor ya lo queremos, cagado de palomas, en el parque central de Tegucigalpa. Pueblo que genera asco y sospecha entre la gente bien que sabe saludar, vestirse, comportarse y mantenerse delgada, taimada y silenciosa. Cada hondureño, un policía. Claro, así siete millones y medios de policías sólo podrán lograr una eterna paz para todos. ¿Como es que no se nos ocurre a quienes queremos vivir en paz?. Debe ser porque la mayoría no fuimos a escuelas bilingues sino a esa agonizante escuela pública que no nos enseñó a pensar nostalgicamente en antiguas revoluciones blancas que dieron gloria a la humanidad y origen a nuestra gaseada y negociada democracia.

Los maestros vuelven de las calles a sus escuelas públicas. Se repliegan cansados, gaseadas, llenos de historias para contar. “Estuvimos en la cárcel, pero no porque fueramos delincuentes ni héroes, es que somos luchadores” dice Ingrid, joven maestra de primaria, cristiana, mamá de dos niños, al ser liberada en una medianoche después de varios días en prisión. El magisterio vuelve con sus presas y presos políticos liberados, con su muerta en la memoria: Ilse Ivannia Velásquez, y jornadas largas de enfrentamiento que les puede dar fuerza o agotamiento, según su capacidad y posibilidad de entender la realidad, para continuar con procesos de organización y conciencia de gente nueva que no veía más que la novela, el púlpito y el día siguiente. Mujeres y hombres en todo el país que desean hijos para darles, confiando en su esfuerzo, futuro de escuelas, trabajos y casas seguras, pero ese futuro ya no se mira claramente, pues los golpistas seleccionan a quién se lo asignan, y se roban el dinero, la tierra y el agua de tantos con tanto cinismo que casi no se puede creer, si una no lo viera con sus propios ojos.

La dirigencia intenta negociar, con malos augurios, los maestros y maestras confían pero vigilan a sus voceros, como debe ser.

La dictadura se realiza plenamente, los decretos de privatización junto a los de criminalizacion y como música de fondo el discurso de la reconciliación ahora con resonancia internacional. Todos los poderes institucionales perfectamente unidos. La violencia policial para desalojar manifestantes está en el marco de las normas de Naciones Unidas, dice un vocero, seguramente bien capacitado por los programas de la ONU donde anida tanto intelectual reaccionario que da más pena que rabia, el mismo vocero que desea que “el bálsamo de la resignación le llegue a la familia de la maestra muerta” Muerta después de un golpe con una bomba lacrimógena y atropellada enmedio del terror de la represión. Normas internacionales que quemaron el cuerpo de Miriam Miranda, a la altura del estómago, y a quién el jefe del operativo de su captura se refirió como una de las dirigentes, razón de su captura, pues como alcanzó a decir en público una vez que jodamos a los líderes se acaba todo.

El combustible aumenta cada domingo. El señor que vende mangos los deja un poco más baratos a la orilla de la calle, porque sino qué comen mis hijos mañana y casi suplica por cinco miserables lempiras. En la casa de Marisol, arroz ya sólo se come un día a a la semana, cuando se puede. Los asesinatos aumentan y más cuerpos de mujeres sin historia se imprimen con más frecuencia en los periódicos, pero ahora tenemos la buena noticia de que la prensa hondureña ha hecho un pacto ético entre sus dueños, todos de apellidos árabes, para no reportar ningún crimen, ni noticias malas, y así aportar a la cultura de la paz en el país.

Sin comentarios.

La gente organizada que resiste, se vuelve a organizar, reza y ora, putea, corre y hay quienes se defienden con más recursos que antes, cinco a cero dicen los cipotes y cipotas de la Universidad, les vamos ganando a los chepos cinco a cero y se ríen, y a mí me da escalofrío pensar en cuanto tiempo falta para que empiecen a balacearlos en serio. La actitud insolente de esta gente provoca indignación en la embajada americana en Tegucigalpa, quién llama delincuentes a los manifestantes, y funcionarios de seguridad a los policías. En sus reclamos no aparecen los cuerpos fracturados, heridos, quemados, llenos de cicatrices y lastimaduras sin remedio que la violencia policial institucional ha dejado en miles de personas en el país.

Mientras, los señores pactan entre ellos, lejos de esta tierra hermosa donde vivimos. El discurso de la participación se diluye como los días de descanso que agonizan: el señor zelaya, el señor chávez, el señor barahona y el señor santos, éste último bien reconocido en su país por sus antecedentes criminales contra el pueblo colombiano. Ellos y sus más fieles seguidores negocian. Se muestran en las fotos, bien viriles en su papel histórico, sonriendo entre los que fueron enemigos, como la farándula.

Los que deberían hacerlo, no preguntan nada a nadie. Ellos. No se acuerdan de sus buenas intenciones, de las autoconvocatorias, de refundar el país, de que todos y todas somos parte de este movimiento en resistencia. Somos indicadas para andar en la calle y recibir la represión; para organizar, conversar, discutir, pelear y proponer el país que queremos, pero no lo somos para saber a tiempo la información sobre sus reuniones y agendas y decir cómo queremos que sean las cosas. Ahí no hay tales, no hay abuelas valientes, ni jóvenes entusiastas, no hay artistas creativos, ni feministas, ni asambleas. A la mierda la diversidad si para eso tenemos dirigentes ungidos de poder, que piensan por nosotras, que deciden sin nosotros, sólo ellos. Luego nos informarán, como si fuéramos menores de edad frente a sus padres.

En el tiempo de Carías 300 mujeres vestidas de negro hicieron una marcha contra la dictadura, que por supuesto fue reprimida, como dijo el tirano, se trataba “de un arranque emocional de mujeres que eran nuevas en política”. La historia de la humanidad está llena de estos ejemplos. Cuando se deciden destinos importantes para miles de personas, hay algunos que se legitiman como los más experimentados y elegidos para tomar las decisiones. Los hombres que hace algunos días se decían oponentes sin tregua, por razones éticas, se sientan no a preguntarse cómo será el mundo sin guerra, o como resolver los conflictos para que la vida sea justa en el Aguán, o que por lo menos sea vida y no crimen como ahora, y cómo hacerle para que paren los femicidios y el asesinato brutal de los jóvenes y la niñez en Honduras, sino a hablar de negocios, a modificar su manera de relacionarse por que les conviene y les urge. A eso le llaman política. ¿La resistencia hondureña a cambio de qué? ¿Para qué? ¿Qué ganan y qué pierden? ¿Y nosotras? Los puntos de negociación ahora son otros, parecidos, pero no los mismos, y es interesante leerlos con atención porque las palabras no son poca cosa, ahí vivimos las personas. En las palabras de las cartas de Mel aparecen como por magia nuevos términos en su reconocido lenguaje de caudillo. Huele a azufre esta negociación, a petróleo, a negocios, y sobre todo huele a pacto entre patriarcas. El panorama nacional no ha cambiado un ápice, pero ya decidieron ellos que el proceso debe tomar otro rumbo, y atacan a quien disienta con ese modo autoritario y truculento de actuar, con esa manera abusiva de definir qué, cómo y cuándo se hacen las cosas. Tan poca confianza tienen en que la gente pueda hacer negociaciones si se considera el momento, pero con sus términos y en sus intereses, no confían en que el gentío podría hacer propuestas con más entendimiento y corazón por ser sus vidas y la de su país, la que están de por medio, las que han puesto de por medio.

El discurso de respuesta ante la indignación, que es lo menos que podemos sentir, es por supuesto el consignero, el del panfleto, dicen que quienes impugnamos sus negociaciones no queremos que venga Mel, que ya es como un triste botín; nos negamos a entrar a la OEA y recibir sus ¿beneficios?, no queremos que se resuelvan los conflictos por la vía de la paz, y el clásico, que le hacemos el juego a la derecha. Y peor aún, nos hablan de tener fe en los dirigentes y en Chávez. ¿Púchica, porque no nos dijeron que era una iglesia lo que estaban organizando? Pero no, es un partido político y toda coincidencia entre ambas instituciones no es casualidad, en ambas hay representantes que deciden por los otros, los y las tuteladas por quiénes sí saben y van a jugar en serio al poder.

En fin. Las feministas no nos sorprendemos, ni nos afligimos aunque si nos indignamos, por lo menos yo, sólo hablo por mí no por colectivo alguno, por cierto soy una mujer que no tiene “bases”. Sé que así funciona el patriarcado, y no sólo en los hombres, bajo la negociación no sobre la base de los principios, sino por conveniencias. Desde el señor que a cambio de la virginidad de su hija, le propone al otro señor que se case con ella para honra de su apellido, aunque la niña no sea consultada y se sienta abusada por los dos; hasta las negociaciones sindicales donde las cláusulas de las mujeres son las que primero se en gocian para sacrificarlas a cambio de los “reales intereses de la clase trabajadora”. No hay novedad en el hecho es interesante ver la repetición de la historia de los patriarcas de la izquierda y de la derecha. Pobres de ellos que no han aprendido nada sobre este momento histórico nacional, la diversidad y complejidad de las luchas y de quiénes luchamos, los procesos de emancipación de los pueblos, la fortaleza y creatividad de las mujeres. No están interesados en los procesos largos y enriquecedores de la construcción de los poderes, de las colectividades diversas, de las construcciones cotidianas, de las revoluciones de las conciencias, los cuerpos, las vidas. Pues allá ellos que nosotras seguiremos nuestros caminos de siglos. Sin duda la desgracia de estos tiempos y sus anunciados finales no son el cambio climático ni la guerra por el petróleo, sino su padre: EL PATRIARCADO. Que aburrida esta repetición, el ocultamiento, las dobles morales y el irrespeto como conductas legitimadas para vivir, para mal amar, para hacer política churuncuya. El fin, señores, nunca justificará los medios. Y triste quiénes piensan que para qué opinar si esto ya está cocinado, que hay que esperar para donde van las aguas, o más bien hay que ver cómo nos subimos al nuevo escenario, que aún no se ve con claridad, pese a la algarabía existente, pero muchas de nosotras y algunos sabemos que es importante memoriar e impugnar como forma de vida, aunque el pragmatismo político diga lo contrario.

Para principios de mayo se anuncia el gran evento internacional Honduras is open for bussines donde reconocidos empresarios internacionales, grandes monopolizadores de la riqueza natural y humana de los pueblos del mundo vienen a ver qué queda y que quieren del país, hay piñata de millonarios en la costa norte de Honduras. Imagino que debemos tener fe y no preocuparnos ni pensar en la casual coincidencia en que el país se abra internacionalmente ante la inversión y rapiña internacional, con tanto beneplácito de la embajada americana, y la todavía supuesta llegada de Mel.

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