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sábado, 9 de agosto de 2008

Ante todo, amar la libertad



por mariana pessah[1]






“No creía que una Causa que defendía un maravilloso ideal, el anarquismo, la liberación de las convenciones y los prejuicios, exigiera la negación de la vida y la felicidad. Insistí en que la Causa no podía esperar de mí que me metiera a monja y que el movimiento no debería ser convertido en un claustro. Si significaban eso, no quería saber nada de ella. “Quiero libertad, el derecho a expresarme libremente, el derecho de todos a las cosas bellas”. Eso significaba anarquismo para mí, y lo viviría así a pesar del mundo entero, de la cárcel, de las persecuciones, de todo[2]. Emma Goldman



A partir de los 100 años del nacimiento de Simone de Beauvoir -el reciente 9 de enero- he leído varias cosas. Muchas de ellas me han dejado pensando y me decidí a plasmar algunas de mis dudas y seguir generando debate sobre un tema que Simone y Jean Paul han tocado mucho, que es el de las relaciones abiertas y el amor libre. También lo hicieron la anarka-feminista Emma Goldman, la revolucionaria Alexandra Kollontai, le feminista chilena Margarita Pisano entre otras tantas personas de diferentes épocas y países.
Me propongo desde aquí, entrar por ciertos corredores, algunos de ellos no muy fáciles de transitar, pero intentaré hacerlo acompañada de mi “poderosa linterna mágica” así puedo poner un poco de luz sobre algunas paredes y caminos que me interesan mucho. Si el feminismo tiene como premisa que lo personal es político, es importante ver qué hacemos y cómo actuamos en lo cotidiano, en la “intimidad”, no solamente en la teoría. Quiero, con mucho cuidado, abrir las puertas de las famosas cuatro paredes de lo privado y ver qué hay dentro.


Mi mundo, mi cotidianeidad, mi caverna.
Hace 4 años que mantenemos con clarisse una relación abierta. La propuesta surgió de ambas, desde una necesidad de cambio, de revolucionar en la propia vida, en nuestros cuerpos, los conceptos aprehendidos. Ambas veníamos de relaciones cerradas, si bien hace años ella había experimentado el triángulo y llegó a rotar por cada uno de sus vértices, luego volvió a la pareja – entiéndase par – tradicional quedando, evidentemente, una deuda pendiente.
Paralelamente, hace un tiempo yo me venía cuestionando la fidelidad, a quién es funcional y para qué.
Venía de relaciones cerradas en las cuales los comunes acuerdos no permitían estar con otras personas. Y no lo estaba. Pero lo que ningún acuerdo podía impedirme era el deseo. Y yo deseaba, y fantaseaba con otras mujeres. ¿Era fiel?
Desde el punto estricto de los códigos establecidos sí, pero veamos, ¿dónde comienza la “fidelidad”? ¿En el cuerpo, en la carne, o en la mente/fantasías?


No podemos controlarlo todo.
Dentro de la sociedad, tenemos organismos llamados instituciones que son quienes se ocuparán de controlarnos y darnos las leyes de funcionamiento, las reglas del juego por decirlo en una jerga cotidiana.
La institución eclesiástica inventará la ética y la moral, el estado – aunque no solito -inventará el casamiento (casa-miento, hmmm la mentira dentro de la casa, entiendo), el ejército impondrá la doctrina del miedo, del terror y de los secuestros[3]. El portate bien porque te hacemos boleta, te matamos, desaparecemos.

Por suerte siempre vamos a llegar a un punto en el que nuestras almas quieran libertarse y yo, ante todo, amo la libertad.

En una nota que salió en el diario argentino Página 12, bajo el bello título de Mamá cumple 100 años, María Moreno nos recordaba que para el existencialismo cada consciencia que logra su libertad es una perpetua superación de sí misma hacia otras libertades.
Es ahí donde radica el temor de los patriarcas de este sistema. ¿Qué sucedería si las personas fuéramos libres? ¿No lo éramos acaso antes de la propiedad privada? Se vivía en comunidades, se estaba por amor, por placer, no por compromiso, apellido y herencia.

Las instituciones todavía no dominaban nuestras existencias.
Desde chica, es más, desde que tengo memoria me llevo muy mal con ellas, mucho antes de saber lo que eran, yo ya sentía sus consecuencias.
Nunca me sentí bien en mi familia – de hecho me terminaron expulsando de ella – no les era “fiel”.
Siempre fui una pésima alumna en la escuela, mi rebeldía gritaba permanentemente y sufría horrores, pero gracias a mi lado práctico de la vida, - aún sin conciencia de ello - conseguí terminar en tiempo y forma para no arrastrar más la pesadilla escolar.
(Hace unos días, se me escapó una risa irónica y ciertamente kómplice con mi vida al ver los informes finales del VII ELFLAC - Encuentro Lésbico Feminista de AMLAC – allí figura que 86 lesbianas solicitaron becas para el encuentro y entre ellas, yo obtuve el primer lugar. ¿Será algo así como el premio a la rebeldía, ya que nunca fui abanderada en la escuela?)

Durante los tres años que viví en Israel, fueron mi único contacto con la religión judáica institucional. Por suerte mi feminismo se dedicó todo el tiempo a pelear con los hombres de barba y kipá. Años más tarde en una lista de judíxs LGBT, al dar mi visión radikal de la vida, me acusaron de tener el diablo en el cuerpo y horrores semejantes, ya que planteé que el Estado de Israel se funda en la invasión de un pueblo sobre otro. Las cosas fueron increscendo y en un texto que escribimos con clarisse en el cual nos manifestábamos contra el genocidio perpetrado en el Líbano… bueno ahí … ay ay ay me dijeron que estaba precisando de un hombre, ¡en una lista LGBT! O sea, si siendo lesbiana necesito un hombre, un falo - ¿el palito de abollar ideologías de Mafalda tal vez? – ¿será para que acomode mis rebeldías a la fuerza?

Moraleja, si antes me daban temor las instituciones, ahora me dan pavura.

Si me rebelo contra todo y revelo mis más profundas necesidades, ¿porqué debería yo tener una pareja – entiéndase par, o sea 2 - si en mi vida me he dedicado a rebelarme contra el sistema?[4] ¿Qué cosa haría suponer que ahora yo sería una buena alumna de la vida instituida en el cotidiano? Si ni siquiera tengo un trabajo fijo.

Las niñas buenas van al cielo, las malas a todas partes

Hace un ratito la llamé a Clari a la oficina.
-¿Qué hacías? Me preguntó.
-Estoy inmersa en este rollo de las relaciones abiertas, escribiendo, pensando, leyendo. Quería decirte que en un rato me voy a tomar una cerveza con Lauro.
-Podés preguntarle a él qué opina – dice ella entusiasmada.
-¿Cómo le voy a preguntar a ÉL si es hombre? – desde mi mundo, me sorprendo
-¿Qué tiene?
-Que a él nunca lo van a tratar de putO si demuestra su deseo sexual por más de una persona, ¿ves que ni siquiera tenemos la palabra en el lenguaje?
Las dos nos quedamos pensativas.

En una sociedad en la que venimos tan adoctrinadas con lo que “las niñas buenas” debemos hacer o no, es un riesgo muy alto la posibilidad de dejar de ser amadas para pasar a ser las “putas”. Me veo en la necesidad de hacer una nítida división entre relaciones heterosexuales, homosexuales y lesbianas; y sobre todo de lesbianas feministas. Porque en una sociedad patriarcal, la educación no es igualitaria, tampoco lo son sus consecuencias.

¿¡Cuántas veces me he sentido una puta por la mirada de algunas de mis “amigas” o conocidas!?
-¿Y ahora con quién estás? ¿Y qué pasó con Fulanita, o Menganita?- me preguntan con esas sonrisitas venidas desde el ¿stablishment protector?
Y yo siempre buscando respuestas, intentando entender. ¿Y si lo que en realidad quiero son vínculos sin nombre, sin institucionalizarlos o jerarquizarlos? Y sobre todo, al igual que Emma, mujer de oro, me niego a ser monja, sea de la empresa que fuere.

Buscando respuestas

Encuentro que en 1929, Sartre y Beauvoir hicieron un arreglo en el cual el amor entre ellxs, sería necesario pero “es bueno que también conozcamos amores contingentes.”
Lo que no termina de cerrarme en todo esto, son las jerarquías, le doy vueltas al asunto y sigo pensando que en un punto se contrapone con mi lucha feminista. Amores necesarios sí, pero contingentes, satélites, secundarios, no. Y respecto a los necesarios, puede existir más de uno, puede depender de la coyuntura del momento también, o no.

Entre las lesbianas abundan los casos de quienes se siguen viendo con sus anteriores relaciones y a esos amores, ¿cómo los llamaríamos? Más de una amiga considera el amor de “su ex” más necesario que el de “su actual”.
Aquí me encantaría entrar en el rol de la familia y cómo puede – y debe – ser sustituida por núcleos afectivos. Lo dejo pendiente para otra oportunidad.
Mientras tanto, yo me niego a creer en el “amor para toda la vida”, en la eternidad, en Dios institucional. Resalto, en cambio, la sensación del amar para siempre, en el momento que una está amando, en ese momento de emoción, sí se siente esa línea, eterno en cuanto dure, decía el poeta Vinicius de Moraes. Pero ojo que esto que digo, no implica incondicionalidad; eso para mí y lo he vivido, es el acta de defunción del amor. Implica acomodarse dentro de la “seguridad del hogar”, a partir de ahí, salvo contadísimos casos, se deja de crecer, muere la seducción y empiezan las alianzas en los dedos, o sea, la propiedad privada del amor, alias, el casa-miento.


Complicidades y arreglos amorosos

Al principio de nuestra relación, me di cuenta que cuando le contaba a Clari que había conocido a una chica, por algunas razones ellas no se caían bien. Era un absurdo siendo que no se conocían, entonces noté que quien estaba pasando erradamente el mensaje, era yo.
Me propuse llevar la lupa a este punto, que no me parece un detalle menor y noté que dependía mucho de cómo yo hablaba de cada una de ellas y el cuidado que tenía, sumado a los arreglos que tenemos en nuestro amor necesario, en nuestro cotidiano.
En una de mis últimas relaciones, comenzaron mandándose saludos y hasta llegaron a enviarse regalitos a través mío. Eso me encantó. Para mí el punto es por ahí, está en la calidad, en la complicidad, no en el número de relaciones necesarias que se tenga porque en ese momento, para mí las dos lo eran.

También, confieso que cuando la cla se me enamora, lo hace de veras, y yo me vuelvo su confidente, eso es un punto más de nuestras complicidades y a las dos nos hace muy bien. Inclusive algunas partes nuestras se fortalecen porque queda más evidente qué aspectos compartimos únicamente ella conmigo y yo con ella. Ahí yace nuestra riqueza, en nuestra unicidad, al igual que cada relación que compartimos tiene su especificidad, su punto único e irreemplazable.


¿Estaré totalmente loca o habré vivido en comunidades en mis otras vidas?

Como nos decía la amiga Monique Wittig en el pensamiento straight, “al abandonar a la pareja y la familia heterosexual, o al negarse a entrar en ellas, las lesbianas desertan de las relaciones de explotación que crean las clases de las mujeres, al igual que las esclavas marrones, al escaparse de las plantaciones, creaban comunidades de resistencia en las que se liberaban de su estatuto de esclavas”. [5]

Me falta algo más profundo todavía, coincido con la propuesta de Jules en su texto, la salida está en lo colectivo. No puedo conformarme ni adaptar mis días y mis manos a sostener este sistema, para mí tiene que haber una afrenta mucho más poderosa a esta sociedad, una vuelta de 180°.
Ha quedado claro que la revolución no viene de la mano de las armas, ni de ningún tipo de violencia. Tampoco de mujeres con flores.
La gran revolución, estoy segura, vendrá con el pensamiento y la conciencia, con la reflexión y la acción unidas.

Me encuentro con que a veces me dicen que soy muy teórica, créanme que soy lo más práctica que la vida me permite, y si no lo soy más aún es porque no tengo quórum colectivo o porque las “circunstancias” todavía no están dadas.

Mi idea de vivir en komunidades es como el sueño máximo al que podría aspirar, si alguien me preguntara por dónde veo la salida - imaginando que el mundo no se acabara en los próximos 50 años por la falta de agua, árboles o el crecimiento de la fiebre amarilla -, no dudaría en decir en komunidades.
Mis amigas y kompañeras polítikas saben que hace tiempos pienso así. No es que sea una idea nueva ni mucho menos original, ya lo sé. Hay varias en el mundo y podrían, y con mucha razón, decirme que los kibutz en Israel están en decadencia y mencionar también muchos casos que no han resultado. Pero si miramos los dos grandes movimientos sociales que realmente están en movimiento hoy, podríamos decir que son el MST -Movimiento de Trabajadorxs rurales Sin Tierra y con tierra en Brasil y el Movimiento Zapatista en México. Ambos están basados en propiedades horizontales, la vida en comunidad. ¿Qué cosa mantiene la unidad en estos grupos? La ideología, la lucha.

Propongo una komunidad alternativa al sistema patriarcal capitalista, es obvio que de alguna manera ella estaría dentro del sistema, no se puede estar totalmente aparte de él, pero sí podemos ir preparándonos y esperar aktivamente el momento y las condiciones. Como dice Margarita Pisano, cambiar el orden simbólico, porque mirar/estar afuera tiene que ver con la libertad.
Ya no creo en un “día D”, creo en la construcción del día-día.

En esta vida en komunidad, armonía, complicidad, se puede aprovechar mucho más el tiempo en crecer colectivamente tanto para adentro como para afuera. En lugar de que cada una pierda horas preciosas sosteniendo el sistema – al cual criticamos y nos oponemos - y que cada una pague sus propios impuestos, su alquiler, cuide su trabajo, “su mujer”, su, su … invitemos nuevamente la idea de libertad.
Cada conciencia del YO, unida al colectivo, formará un nosotras, desde ahí estaremos respirando comunidad. Ya no habrá lugar para las envidias, los celos ni las posesiones.

Esta es mi lucha, este es mi sueño, esto veo desde mi pequeña caverna cuatro paredes. De nosotras depende hacerla, crearla, habitarla.

Volviendo al ahora o al mientras tanto, sólo me quedaría agregar que la posibilidad que nos dan las relaciones abiertas y el amor libre es vivenciar la más profunda sensación de libertad, es el desafío de derribar muros permanentemente, es la rebeldía en acción. No por casualidad, con clarisse creamos una bloga que se llama EN REBELDÍA. Para nosotras es un estado permanente, en el cual intentamos crear un tipo de revolución en lo cotidiano y habitarlo. ¿Es utópico? Puede ser, pero lo mejor es que ES, existe y por supuesto que en muchas ocasiones genera conflictos a resolver, pero le ponemos el cuerpo y buscamos las palabras, muchas veces nos encontramos también con las lágrimas. Pero seguimos adelante.

Luca Prodán cantaría por la rabia que me da tu sociedad.

Enero de 2008
[1] mariana pessah : artista polítika de la oktava dimensión marianapessah@yahoo.com.br

[2] Emma Goldman, viviendo mi vida, Colección Biografías y Memorias / 1 Fundación Anselmo Lorenzo.

[3] A propósito, recomiendo leer La doctrina del shock de Naomi Klein, Editorial Paidós.

[4] Para complementar esta parte, recomiendo leer el texto que escribió clari, está a continuación.

[5] Cita dentro de La pareja ese doloroso problema, texto de Jules Falquet que se encuentra en esta bloga.

2 comentários:

liliana daunes disse...

también yo pispeando por aqui...
He publicado tu reportaje del Soy en mi bloga, y si me das permiso, iré subiendo tu artículo y el de Clarice, asi le damos continuidad, si?
besitos libres, lindos y locos
agitadórica li

radical desde la raíz disse...

Holaaaaaaa Lili, bien venida a estas raíces.

Porsu, publicalo que la idea es, como bien decís, continuar el debate. abrámoslo como a nuestras mentes y cuerpos.

sólo cuestionándonos y eligiendo en libertad estaremos más cerca de lo que tanto ansiamos.

besos!!