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segunda-feira, 8 de março de 2010

¡Es preciso sacar el pecho para derribar el capital!


clarisse Castilhos


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primero en lengua argentina

El 8 de marzo - día Internacional de las mujeres - es una fecha muy especial para el movimiento feminista. Infelizmente, su verdadero significado viene siendo transfigurado por el patriarcado capitalista en un día festivo de conmemoración.

Para la ideología dominante, el 8 de marzo es un día para vender más electrodomésticos, cosméticos y flores para las “reinas del hogar”. ¡Nosotras no queremos ser “reinas”! ¿Qué tenemos para conmemorar?
¿A qué “mujer” se refieren cuando hablan en singular? Como si existiera una mujer-padrón que nos represente a todas. No aceptamos ese modelo creado por el imaginario patriarcal. Entre nosotras existen las luchadoras y las sumisas, en este intervalo, hay una gran variedad de comportamientos y de apariencias. Somos campesinas, obreras, estudiantes, artistas, intelectuales y amas-de-casa. Somos negras, blancas, lesbianas, heterosexuales; mujeres con un histórico común de opresiones en cuanto clase mujer y con algunos conflictos específicos a cada categoría.

No queremos la igualdad del sistema, no aceptamos ser condenadas a la infelicidad cotidiana propuesta por el patriarcado capitalista para mujeres y hombres. Además, el hecho de que algunas tengan acceso a la universidad o sean herederas de grandes negocios, de que asuman cargos como jefas, presidencias de países, no significa que exista igualdad. Conquistamos, sufridamente, algunos derechos, pero se tratan apenas de igualdades legales que no retratan nuestros cotidianos. La violencia física y psicológica está presente en el día – día en nuestros cuerpos y mentes. Los asesinatos de mujeres crecen aceleradamente en todos los países, se llama feminicidio.
¿Tiene sentido esperar apoyo de la justicia? Sabemos que las instituciones que administran estos derechos funcionan según el orden patriarcal: las denuncias en las comisarías (aunque de mujeres) es recibida con desconfianza, falta de respeto y chistes; los jueces fuerzan conciliaciones imposibles; la sagrada familia pierde sus fuerzas porque esto cae mal y así continúa.

Nosotras, mujeres que conscientemente nos colocamos contra este estado de cosas, que estuvimos presentes en las actividades de los días 3 y 4 de marzo de 2010, organizamos acciones conjuntas entre campo y ciudad. Atacamos directamente el capital porque sabemos que él, junto con el patriarcado, andan de brazos entrelazados, son las dos caras de una misma moneda que se llama opresión de la humanidad.

Cuando permanecemos dentro de casa limitadas apenas a las tareas del hogar y a los cuidados de lxs niñxs, teniendo sexo sin placer, muchas veces forzadas, obedeciendo y dependiendo de los compañeros o compañeras, aceptando el papel asignado por los hombres - mismo dentro del activismo -, nosotras estamos sirviendo a la manutención del orden patriarcal y así, contribuyendo para que el capital crezca y se trague nuestros sueños y deseos

No hay libertación posible con la relación de clases que mantiene el capital. No hay libertación posible con la división social del trabajo entre hombres y mujeres. Son dos relaciones que se entre-cruzan para la manutención del poder instituido y, recordemos, llevan a la destrucción de la humanidad y de la naturaleza.

El capital se mantiene dominando nuestras mentes y creando espacios para nuevas inversiones y más lucros. ¿Cuáles son esos espacios? El control de las reservas minerales, de los combustibles y de las aguas puras de nuestras reservas; la exploración extensiva de tierras por el agronegocio con la monocultura predatoria y utilización de transgénicos y finalmente, con el crecimiento de las guerras y de la violencia urbana.

Brasil, por su extensión de tierras, es uno de los predilectos del agronegocio. No es por coincidencia que en 2009, alcanzó el segundo lugar en el mundo en la producción de transgénicos, que el PAC (Programa de Aceleración del Crecimiento del gobierno de Lula) está enteramente volcado a crear infraestructura de apoyo a las inversiones internacionales en regiones de grandes extensiones de tierra, que el gobierno federal liberó la compra de tierras en área de frontera (caso de Stora Enzo, en Rosario del Sur - centro de las actividades del 8 de marzo de 2008 de las mujeres del MST), que el gobierno de Rio Grande del Sur liberó tierras para la plantación de caña de azúcar, etc. No es de sorprender a nadie que la primera decisión del gobierno de Lula haya sido la liberación de los transgénicos.

El objetivo del nuevo agronegocio es el aumento desmedido de la productividad para la creación de grandes stokes de granos y de otros productos agrícolas y de extracción vegetal. Que quede bien nítido: lo que buscan no es ampliar la oferta de alimentos, sino de materia-prima industrial; de granos para la especulación pura y simple y de biocombustible para la industria automotriz. El “alimento” producido en esas condiciones es extremadamente maléfico a la salud humana y animal, pero es comercializado en gran escala porque puede ser vendido a bajo precio. Finalmente, quienes los consumirán, serán las poblaciones pobres. Los alimentos orgánicos continúan siendo producidos, aunque en las actuales condiciones de mercado, son más caros, lo que no constituye un problema pues se destinan al consumo de los países ricos y de las clases altas. Esta división representa una ideología fascista y eugenista, pues el papel de los pobres del mundo es apenas ejecutar trabajo alienado y mal pago, sirviendo a la cumbre de la pirámide social.

Para aumentar la oferta de productos agrícolas transgénicos, las multinacionales ocupan tierras con monocultura, invaden la pequeña propiedad acabando con la producción de las huertas familiares diversificadas y orgánicas, transformando la pequeña agricultura y los asentamientos en simples fornecedores dependientes de las multinacionales. La población que antes se alimentaba de su propia producción, se transforma en empleadxs mal pagxs o desempleadxs. Sus hijxs van a las ciudades a servir de pasto para la prostitución, marginalidad y violencia urbana.

Por todo esto, durante los días 3 y 4 de marzo de 2010, en Porto Alegre, las mujeres del campo y de la ciudad, elegimos como objetivo simbólico la empresa SOLAE, fundada en 2003 a partir de la alianza entre Dupont (productora de agrotóxico) y Bunge (multinacional de semillas y de comida industrializada): uno de los mayores complejos de procesamiento de soja transgénica de América Latina.

Una vez al frente de la empresa, cantamos nuestras canciones de libertación y, simbólicamente, amamantamos pequeños esqueletos, construidos en conjunto, al ritmo de nuestras charlas y sueños de libertad. Nuestrxs “bebés” representaban lxs hijxs amamantadxs por madres alimentadas por transgénicos. Estas madres que contra su voluntad, o sin saberlo, están criando una generación de enfermxs y sin capacidades para pensar.
Mostramos nuestros pechos sin siliconas y, sin importarnos con padrones de belleza, enfrentamos la moral opresora. Con ese gesto simple y transgresor buscamos concientizar a la población sobre el verdadero significado del agronegocio y sobre el poder patriarcal que nos coloca dentro de papeles bien delimitados: asexuadas e insatisfechas madres de familia o prostitutas; empresarias o trabajadoras; todas hechas para servir al mundo de los hombres.

Retiramos el velo de la hipocresía y procuramos mostrar a través de nuestros cuerpos expuestos, la trágica realidad que vivimos doblemente oprimidas por las relaciones de trabajo y de sexo; por los padrones y por un cotidiano de sumisión que vivimos dentro de la estructura familiar burguesa.

Nosotras, mulheres rebeldes, estamos junto con las compañeras de la Vía Campesina y de los grupos urbanos que participaron de esta acción, y creemos que la lucha contra el capital y contra el patriarcado es la misma y su finalidad es la libertación humana.

Por eso afirmamos: ¡es preciso sacar el pecho para derribar el capital!

Agora em lengua brasileira

É preciso muito peito para derrubar o capital!
clarisse castilhos


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O 8 de março -dia Internacional das mulheres- é uma data muito cara ao movimento feminista. Infelizmente o seu verdadeiro significado vem sendo transfigurado pelo patriarcado capitalista num dia festivo de comemoração.

Para a ideologia dominante o 8 de março é o dia de vender mais eletrodomésticos, cosméticos e flores para as “rainhas do lar”. Nós não queremos ser “rainhas”! O que temos para comemorar? A que “mulher” estão se referindo quando falam no singular, como se existisse uma mulher-padrão que nos represente a todas. Mas não aceitamos esse modelo criado pelo imaginário patriarcal. Entre nós existem as lutadoras e as submissas e, nesse intervalo, há uma grande variedade de comportamentos e de aparências. Somos camponesas, operárias, estudantes, artistas, intelectuais e donas-de-casa. Somos negras, brancas, lésbicas, heterossexuais; mulheres com um histórico comum de opressões enquanto classe mulher e com alguns conflitos específicos a cada categoria.
Não queremos a igualdade do sistema, pois não aceitamos ser condenadas à infelicidade cotidiana proposta pelo patriarcado capitalista para mulheres e homens. Aliás, o fato de algumas terem acesso à universidade ou serem herdeiras de grandes negócios, de assumirem cargos de chefia, presidências de países, não significa que exista igualdade. Conquistamos, sofridamente, alguns direitos, mas tratam-se apenas de igualdades legais que não retratam nossos cotidianos. A violência física e psicológica está presente no dia - dia nos nossos corpos e mentes. Os assassinatos de mulheres crescem aceleradamente em todos os países e levam o nome de feminicidio.
Faz sentido esperar apoio da justiça? Sabemos que as instituições que administram esses direitos funcionam segundo a ordem patriarcal: a queixa na delegacia (mesmo a das mulheres) é recebida com desconfiança, desrespeito e piadas; os juízes forçam conciliações impossíveis; a sagrada família desencoraja porque isso pega mal e assim a coisa vai.

Nós, mulheres que conscientemente nos colocamos contra esse estado de coisas, que estivemos presentes nas atividades dos dias 3 e 4 de março de 2010, organizamos ações conjuntas entre campo e cidade. Atacamos diretamente o capital porque sabemos que ele, junto com o patriarcado, andam de braços dados, são as duas faces de uma mesma moeda que se chama opressão da humanidade.

Quando permanecemos dentro de casa limitadas apenas às tarefas do lar e aos cuidados das crianças, tendo sexo sem prazer, muitas vezes forçadas, obedecendo e dependendo dos companheiros ou companheiras, aceitando o papel designado pelos homens mesmo dentro do ativismo, nós estamos servindo à manutenção da ordem patriarcal e com isso contribuindo para que o capital cresça e engula nossos sonhos e desejos

Não há libertação possível com a relação de classes que mantém o capital. Não há libertação possível com a divisão social do trabalho entre homens e mulheres. São duas relações que se entrecruzam para a manutenção do poder instituído e, lembremos, levam à destruição da humanidade e da natureza.

O capital só se mantém dominando nossas mentes e criando espaços para novos investimentos e mais lucros. E quais são esses espaços? O controle das reservas minerais, dos combustíveis e das águas puras de nossos lençóis freáticos; a exploração extensiva de terras pelo agronegócio com a monocultura predatória e utilização de transgênicos e finalmente, com o crescimento das guerras e da violência urbana.

O Brasil, por sua extensão de terras, é um dos prediletos do agronegócio. Não é por nada que em 2009 atingiu o segundo lugar mundial na produção de transgênicos, que o PAC está inteiramente voltado para criar infraestrutura de apoio aos investimentos internacionais em regiões de grande extensão de terra, que o governo federal liberou a compra de terras em área de fronteira (caso da Stora Enzo, em Rosário do Sul- alvo da atividade do 8 de março de 2008 das mulheres do MST), que o governo do RS liberou terras para a plantação de cana, e assim por diante. Não é de surpreender ninguém que a primeira decisão do governo Lula foi a liberação dos transgênicos.

O objetivo do novo agronegócio é o aumento desmedido da produtividade para a criação de grandes estoques de grãos e de outros produtos agrícolas e de extração vegetal. Que fique bem nítido: o que buscam não é ampliar a oferta de alimentos, mas de matéria-prima industrial; de grãos para a especulação pura e simples e de biocombustível para a indústria automotiva. O “alimento” produzido nessas condições é extremamente maléfico à saúde humana e animal, mas é comercializado em larga escala porque pode ser vendido a baixo preço. Afinal eles serão consumidos apenas pela população pobre. Os alimentos orgânicos continuam sendo produzidos mas, nas atuais condições de mercado, são mais caros o que não se constitui em problema pois destinam-se ao consumo dos países ricos e das classes altas. Esta divisão representa uma ideologia fascista e eugenista, pois o papel dos pobres do mundo é apenas executar trabalho alienado e mal pago, servindo ao topo da pirâmide social.

Para aumentar a oferta de produtos agrícolas transgênicos, as multinacionais ocupam terras com monocultura, invadem a pequena propriedade, acabando com a produção das hortas familiares diversificadas e orgânicas, transformando a pequena agricultura e os assentamentos em simples fornecedores dependentes das multinacionais. A população que antes tirava a sua alimentação diretamente de sua produção se transforma em empregadxs mal remunaradxs ou desempregadxs. Sxs filhxs vão para a cidade servir de pasto para a prostituição, marginalidade e violência urbana.

Por tudo isto, nos dias 03 e 04 de março de 2010, as mulheres do campo e da cidade, escolhemos como alvo simbólico a empresa SOLAE, fundada em 2003 a partir de aliança entre a Dupont (produtora de agrotóxico) e a Bunge (multinacional de sementes e de comida industrializada): um dos maiores complexos de processamento de soja transgênica da América Latina.

Lá, na frente da empresa, cantamos nossas canções de libertação e, simbolicamente, amamentamos pequenos esqueletos, construídos em conjunto, ao ritmo de nossas conversas e sonhos de liberdade. Essas nossas “crianças” representavam xs filhxs amamentadxs por mães alimentadas por transgênicos. Essas mães que contra sua vontade, ou sem o saber, estão criando uma geração de doentes e sem capacidade de pensar.
Mostramos nossos peitos sem silicone e, sem nos importar com padrões de beleza, afrontamos a moral opressora. Com esse gesto simples e transgressor buscamos conscientizar a população sobre o verdadeiro significado do agronegócio e sobre o poder patriarcal que nos coloca dentro de papéis bem delimitados: assexuadas e insatisfeitas mães de família ou prostitutas; empresárias ou trabalhadoras; todas feitas para servir ao mundo dos homens.

Esse nosso desvendar, retirou o véu da hipocrisia e procurou mostrar através de nossos corpos expostos, a trágica realidade que vivemos duplamente oprimidas pelas relações de trabalho e de sexo; pelos patrões e pelo cotidiano de submissão que vivemos dentro da estrutura familiar burguesa.

Nós, mulheres rebeldes, estamos juntas com as companheiras da Via Campesina e dos grupos urbanos que participaram dessa ação, e acreditamos que a luta contra o capital e contra o patriarcado é a mesma e o seu fim é a libertação humana.

Por isso afirmamos: é preciso ter muito peito para derrubar o capital!


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